Cuando nos llamaron ya era tarde para hacer nada por aquellos árboles. Habían sucumbido ante el implacable paso del tiempo y de las manos del ser humano. Finalmente terminamos tirando cerca de 20 palos gordos como el de la foto.
Como en MUS, todo lo que huele a reciclaje, sostenibilidad y economía circular, nos gusta mucho, aprovechamos los troncos para cederlos a un centro de equitación, que los usará para ponerle algún obstáculo un poco más natural a los caballos, o por lo menos eso nos dijo el teniente Domínguez.