En un palacio del siglo XVIII de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor.
Han pasado ya 3 siglos desde entonces y los jardines de este palacio barroco han ido cayendo en el olvido. Poco a poco la maleza lo ha ido ocupando todo, los árboles han degenerado y es difícil intuir las formas originales de este jardín.
En MUS estamos acostumbrados a este tipo de situaciones y nos encanta descubrir las formas originales que quedan después de años de abandono. Poner orden, limpiar, quitar lo que no tiene que estar ahí, cuidar lo que queda y poner en valor aquellas partes del jardín que lo necesitan. En fin, un trabajo de restauración del paisaje en toda regla.